Cuando una mujer se conecta con ella misma, hay cosas que elige ya no callar, ni negociar, ni ceder; y va hacia delante con la firmeza de ser quien realmente es más allá de lo que cualquiera piense u opine.
Llegar a la madurez no es simplemente un sinónimo de vejez. A lo largo de su vida, una mujer va tomando contacto cada vez más con ella misma. Por eso, a medida que crece, cuando se conecta con su ser mujer, hay cosas que elige ya no callar, ni negociar, ni ceder; ¡y va hacia delante con la firmeza de ser quien realmente es más allá de lo que cualquiera piense u opine!
En síntesis, cuanto más crece y madura, una mujer será más segura de si, y irá buscando librarse de todas las ataduras que le restrinjan las posibilidades de estar en conexión con ella misma.
¿Cuáles son las cosas que dejas atrás en la vida cuando te conviertes en una mujer madura?
1. La moda
Tomar contacto con tu ser mujer es volverte más auténtica, es elegir cómo te ves de acuerdo a cómo te sientes y ya no según lo que opinen los demás de ti. Por eso, la moda quizás ya no te importe tanto. Lo que quieres es verte bien, porque te sientes bien contigo; sin que eso quepa necesariamente en ningún estereotipo.
2. Los mandatos del amor
Seguramente ya te enamoraste alguna vez; y posiblemente también ya te desenamoraste otra. A esta altura comienzas a entender que los mandatos de tener una familia perfecta o un matrimonio para siempre son solo eso: mandatos. Quizás no vayan contigo. Entiendes que el amor es mucho más profundo que una vida vivida como se supone que deberías vivir. Y que el amor más valioso lo encuentras sobre todo en ti misma; el de afuera solo viene a reflejarlo y nutrirlo.
3. Los silencios por temor
Crecer es también asumir lo que piensas y sientes con seguridad, sin importar qué piense el otro o si va o no a molestarse. Ya no te callas, ya no pretendes “quedar bien”. Solo asumes cómo eres, y te manejas con respeto y amor, pero sobre todo con autenticidad y sin sumisión.
4. Las pretensiones de un “cuerpo perfecto”
Puede que mires fotos de tú un poco más joven y pienses: “Qué tonta que fui, ¡era hermosa y cómo me preocupaba por mi cuerpo”. Has entendido que eres hermosa y perfecta tal y como eres. Los estereotipos no encajan contigo porque has entendido que la belleza es mucho más profunda que un 90-60-90. Cuidas tu cuerpo porque quieres sentirte bien, y porque has entendido su valor, más allá de parámetros irreales de estética que no se corresponden con las mujeres reales.
5. El qué dirán
Ya no te importa tanto lo que digan los demás sobre lo que te gusta o no hacer. Si prefieres pasar un sábado a la noche mirando una película y comiendo helado, ¿qué más da? Tus amigas son pocas y las de siempre, y saben entender qué es lo que te gusta sin juzgarte por eso; e incluso quizás ellas también quieran compartir un plan que no sea ya despertarse con resaca al día siguiente.
6. Los rumores por detrás
Ya has entendido que los rumores por detrás no son tu estilo, que lo mejor que puedes hacer si tienes un problema con alguien es hablarlo cara a cara. Ya no quieres gastar tu tiempo y tu energía en peleas que no valen la pena, porque has aprendido a ver al otro como es, y desde ahí puedes hablarle con empatía y respeto de cualquier cosa que te pase. Y sabes también que a esta altura, si alguien no te hace bien, es mejor dejarlo atrás. No tienes por qué permanecer ni mantener relaciones tóxicas que no te nutren.
7. Los tabúes en la sexualidad
Las vergüenzas ya no caben para ti en la sexualidad. Conoces tu cuerpo, sabes cómo disfrutar del placer y cómo estar atenta a las señales de que algo no está bien o no te hace sentir cómoda. Puedes hablar de tu sexualidad con más soltura, y hasta jugar con ella. Porque estás dispuesta a explorarlo todo, especialmente si es algo que puede hacerte bien.
La Bioguia