Radiación Zombie: Polvo Radiactivo de Fukushima Come el Cerebro de las Personas y Produce Cáncer de Tiroides

Hasta ahora, las noticias alrededor del desastre radiactivo de Fukushima se han sucedido desde que ocurrió el incidente (11/03/2011), pero las emanaciones radiactivas y su secuela de efectos adversos están lejos de ser sólo otra página en la historia de la humanidad.



Informes de todo el mundo indican que la radiación de Fukushima todavía está sembrando el caos sobre la salud de las personas, y en algunos casos, corroyendo cerebros humanos, por algún tipo de “radiación zombie apocalíptica”.


El periódico español “El País Semanal”, informó en Mayo el caso de Toru Anzai, de 63 años, residente de una prefectura de Fukushima, quien sufrió un ataque al corazón y derrame cerebral algunos años después de la fusión accidental del reactor nuclear.


Durante la estadía de Anzai en el hospital, los doctores notaron que en el lóbulo frontal de su cerebro se había desarrollado un hoyo, el cual le dijeron que podría haber sido causado por absorber el isótopo radiactivo de cesio, el cual es prevalente en Fukushima.

El hoyo en el cerebro de Anzai causó que el lado izquierdo de su cuerpo quedara paralizado, esto, a pesar de que le dijeron que después de la destrucción del reactor no existía riesgo de radiación.
Incluso cuando una lectura realizada con dosímetro, el 18 de Abril, sólo días después del desastre de Fukushima, reveló que la habitación donde Anzai y sus hermanos habían estado durmiendo tenía niveles de radiación 20 veces más alto del límite establecido por el gobierno japonés para residentes trabajadores.

Sólo semanas después de la publicación de esta noticia, otra noticia publicada en el periódico chino “Xinhua” destacó un montón de enfermedades relacionadas con la radiactividad impulsadas por Fukushima, que habían sido ignoradas por los oficiales de gobierno.
Estas enfermedades incluyen una salud extremadamente pobre entre los niños, incluyendo cáncer a la tiroides, sobre el cual la Sociedad Internacional para Epidemiología Ambiental había advertido repetidamente al gobierno japonés.
Este llamado había sido predicado por un estudio del 2015, que demostró que los niños que vivían alrededor de la planta de Fukushima, después del desastre, estaban desarrollando cáncer de tiroides en una tasa 50 veces más alta que los niños de cualquier otra parte.
De hecho, se documentó que más de 160 jóvenes residentes de la Prefectura de Fukushima, estaban siendo diagnosticados de cáncer a la tiroides, hacia lo cual el gobierno no puso mucha atención.

Cuando los Gobiernos Mienten, las Personas Mueren

El gobierno japonés siguió restándole importancia al desastre y se creó uno más grande en términos de salud pública, y no sólo a nivel local, ya que es sabido que las emanaciones tóxicas se han esparcido por el océano, pudiendo alcanzar las costas de América Latina.

Sin embargo, los funcionarios del gobierno japonés han querido pretender que el desastre de Fukushima ha finalizado y que las radiaciones, de alguna manera, se han desvanecido, ¡pum!
Lamentablemente, esto no puede alejarse más de la realidad, ya que 5 años después seguimos viendo noticias al respecto.
Si el gobierno (y los gobiernos) hubiese sido honesto con el público desde el comienzo, la mayoría de ellos se habrían preparado abasteciéndose con alimentos limpios, no perecibles, o protegiéndose a sí mismos del yodo naciente.
En vez de eso, personas inocentes continúan enfermándose grave y misteriosamente (en algunos casos muriendo…) porque ni siquiera saben que existe un riesgo, tomando por alto la necesidad de hacer algo para mitigar los riesgos.
La radiación no algo con lo que se pueda jugar, pero debido a que los gobiernos no están siendo muy comunicativos al respecto, muy poco se conoce sobre lo que se está esparciendo, y lo peor, muy poco se está haciendo para limpiarlo y así proteger al público.
“El manejo incorrecto de las secuelas de Fukushima por el gobierno japonés ha tenido graves consecuencias”, reportó Xinhua en Mayo, citando a un especialista ruso que está indignado sobre el modo en que la situación se ha manejado. “Después del desastre emergieron mentiras e información contradictoria, haciendo imposible decidir el nivel de exposición a riesgos”.
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